luns, 25 de xaneiro de 2016
xoves, 21 de xaneiro de 2016
SENSIBILIZACIÓN SOCIAL NA CARREIRA DOS "OSCAR": LA CHICA DANESA
A
través da magnífica interpretación de Eddie Redmayne e Alicia Vikander, La
chica danesa (título
en español da orixinal The Danish Girl) introduce
ao espectador na temática da transexualidade e da súa aceptación durante o
primeiro terzo do século XX.
O enfoque permite sentir a angustia da xove transexual por non ser quen de
reprimir o que sente e o que a identifica, pero tamén reflicte con elegancia e
sutileza os sentimentos que experimenta a súa parella, mesturando frustración,
lástima, aceptación, protección e tenrura.
A historia está baseada en feitos reais, en concreto, na biografía de Lili
Elbe, a primeira transexual sometida a unha cirurxía de cambio de sexo, con
todos os riscos que conlevaba na época. A súa vida recóllese nunha transgresora
novela de 1933, Man into Woman, publicada
por un amigo da propia Lili, e baseada nos diarios desta. Este argumento foi o
xérmolo dunha novela do ano 2000, co nome da adaptación cinematográfica que nos
ocupa e sobre a que se apoiou o director Tom Hooper.
Se á profundidade do tema lle engadimos a actuación dos protagonistas, a
coidada escenografía, a envolvente música e a tenrura coa que o director nos
amosa o mundo interior desta parella, o resultado é unha conmovedora e moi
recomendable película que, ademáis, invita á reflexión e á conciencia social.
Mariola Rodríguez González.
mércores, 13 de xaneiro de 2016
"LA HISTORIA DE UN CUADRO", POR SOFÍA RODRÍGUEZ DOVAL
La primera noche no dormí bien.
Aún no estaba acostumbrada a ese viejo colchón, que se hundía con el peso de una pluma, ni tampoco
a los cojines, que los colocara como los colocara, nunca me resultaban cómodos.
Me senté en la cama, me calcé mis zapatillas y me dirigí al baño que estaba a
la izquierda de la cama. El suelo de madera, ya gastado por el tiempo, crujía
bajo mis pies a cada paso que daba.
Cuando me acabé de vestir, mi
abuela dijo desde la cocina:
- ¡A
desayunar!
Cogí mi chaqueta, que estaba
colgada detrás del cabecero de la cama. Bajé por las escaleras de caracol y
entré corriendo en la cocina. Resbalé y casi me caigo porque mi abuela acababa
de fregar el suelo. Desayuné leche con tostadas junto a mis abuelos y luego
subí a la habitación a estudiar.
Mis padres me habían dejado con
ellos durante todo el fin de semana.
Libré la mesilla del dormitorio y
cogí una silla. Era de madera con el asiento de mimbre, y he de decir que
también era bastante incómoda. Tardé bastante tiempo en concentrarme en mis
estudios. La mirada se me iba a cada detalle de aquella curiosa habitación.
Desde la ventana con el marco verde gastado hasta los numerosos cuadros
colgados de las paredes del cuarto. Uno de los cuadros que más me llamaba la
atención era una copia de un autorretrato de Vincent Van Gogh. Era increíble
como conseguía formar un cuadro con aquellos numerosos trazados con el pincel.
Cuando terminé los deberes bajé a
pasear por el pueblo. No tenía ningún amigo por allí porque yo vivía bastante
lejos. Por el camino de vuelta a la casa me encontré con el señor Méndez; un
viejo amigo de mis abuelos. Me dio una caja con tomates y me dijo que se los
diera a mi abuela al llegar a casa. Antes de despedirnos me dijo:
- ¿Y
qué tal te va en la casa de tus abuelos?
- Ah,
muy bien. Aún llegué ayer.- le respondí.
- ¿Es
la primera vez que vienes?
- Sí.
Mis padres me van a venir a recoger el lunes.
- ¿Y
qué habitación te tocó?
- La
del fondo del pasillo de la segunda planta. La que tiene la copia de un
autorretrato de Van Gogh
- Sí,
ya sé cuál es. ¿Te puedo dar un consejo?
- Claro.
- Ten
mucho cuidado con ese cuadro.
Dicho esto, nos despedimos y yo
continué mi camino de vuelta. ¿Qué habría querido decir con que tuviera mucho
cuidado con ese cuadro? Ni siquiera era de verdad, ¿no?
Antes de subir a mi habitación le
di la caja a mi abuela. Al llegar arriba decidí ponerme a estudiar, que ya era
sábado y el martes tenía examen de dos temas de Lengua. ¡Era imposible
concentrarse! Cada vez que intentaba leer algo, la vista se me iba enseguida a
ese cuadro del que me había hablado el señor Méndez. ¿Por qué habría dicho que
tuviera cuidado con él?
Por la noche no daba pegado ojo,
otra vez. Pero esta vez era diferente porque no sólo era por el colchón y los
cojines, a los que todavía no me había acostumbrado, lo que también me mantenía
despierta era mi curiosidad sobre aquel cuadro que estaba colgado justo encima
de mi cabeza. ¿Cómo resistirse a la tentación de comprobar lo que lo hacía tan
especial?
Como ya sabía que no iba a
conseguir dormir con todas esas preguntas dando vueltas en mi cabeza, decidí
coger una linterna y comprobarlo yo misma. Me puse de pie encima de la cama
intentando hacer el mínimo ruido posible para no despertar a mis abuelos, cosa
que era muy difícil porque el colchón no paraba de crujir. Con todo el cuidado
del mundo descolgué aquel precioso cuadro y lo coloqué encima de la cama. Y
para mi sorpresa pude comprobar que en la pared donde estaba antes colocado el
cuadro había una especie de cajón con un pomo tallado. Abrí el cajón y saqué de
su interior un sobre bastante gordo donde leí el nombre de Vincent Van Gogh.
La habitación de Vincent Van Gogh |
De repente escuché a mi abuela
que estaba subiendo las escaleras, y no me extrañé; porque había hecho mucho
ruido encima del colchón. Guardé rápidamente el sobre en el cajón de la
mesilla, coloqué el cuadro lo mejor que pude (aunque creo que me quedó un poco
torcido) y me hice la dormida. Mi abuela entró en mi habitación pero, al ver
que yo estaba “dormida”, salió tan rápido como entró.
En la mañana del domingo, nada
más acabar de desayunar, subí a mi cuarto con la excusa de estudiar, cuando mi
verdadero objetivo era examinar aquel sobre que había encontrado por la noche.
Cuando lo cogí del cajón pude comprobar que la noche anterior no había
entendido mal lo que ponía en el sobre; ponía Vincent Van Gogh escrito con
tinta y pluma. Sin poder aguantar más mi enorme curiosidad, abrí el sobre
intentando no romperlo, ya que al ser el papel tan viejo me daba miedo de que
se deshiciera en mis manos.
Del interior del paquete saqué
una carta y otro paquete. En la carta ponía que iba dirigida a Theo. Leí la
carta por encima, ya que tenía muchas ganas de abrir aquel paquete; ya la
leería bien, más adelante. Aún leyéndola rápido, pude enterarme de que Theo era
su hermano y de que Van Gogh le estaba hablando sobre un cuadro al que él mismo
le llamaba “su último cuadro”. En la carta, que por cierto era bastante
extensa, le describía a su hermano cada mínimo detalle de ese cuadro y le
explicaba el significado de los colores que utilizaba y muchas otras cosas. Al
final de la carta ponía algo que me paralizó:
- Así
que, ya que éste es mi último cuadro; quiero que te lo quedes tú- ponía.
¡No me lo podía creer! ¿Sería
verdad que el último cuadro de este famoso pintor estuviera en aquel sobre?
Sin poder esperar más, abrí el
sobre donde encontré otra carta más y… ¡el cuadro! Era tal y como lo había
descrito el pintor. Era un paisaje otoñal con sus típicos tonos naranjas,
amarillos, marrones… Todo con las típicas pinceladas que caracterizaban a Van
Gogh. Era precioso.
¡No me podía creer que tuviera en
mis manos una auténtica obra suya!
Cuando me recuperé un poco de la
sorpresa, decidí leer la carta que acompañaba al cuadro. En ella hablaba de que
le estaba escribiendo desde su casa y que, seguramente, fuera la última vez que
le escribiera. Decía que ese cuadro era lo que veía desde su habitación y, que
a pesar de estar en primavera, había decidido pintarlo como si estuviera en
pleno otoño. En la carta también decía que había mandado a un amigo suyo que
sellara el sobre y que lo guardara en un cajón secreto con el pomo de madera tallada en su antigua
casa (ya que cuando Vincent escribió la carta, su amigo ya estaba viviendo en
Alemania) y le entregaría las llaves a otro amigo. El día de la muerte del
pintor, este último amigo tendría que recoger el paquete y se lo enviaría a
Theo.
Este proceso me pareció bastante
complicado, pero efectivo. Lo que no entendía aún era porqué 125 años después
de la muerte del pintor, el sobre seguía allí. Enseguida cogí el portátil y
escribí el nombre del encargado de recoger el sobre en internet. Parece ser que
era un buen amigo del pintor. Seguí investigando y de repente conseguí encajar
las piezas en mi cerebro:
El primer amigo, que era el que
tenía que meter el sobre en el cajón y darle las llaves al segundo amigo,
cumplió perfectamente su tarea. Él, al vivir en Alemania, seguramente perdió el
contacto con Vincent y con el segundo amigo. Vincent escribió la carta del
sobre el 19 de julio, diez días antes de su muerte (que aún hoy no se sabe si
fue un suicidio o un asesinato accidental). Al morir el pintor, el segundo
amigo no pudo ir a recoger la carta porque, según internet, éste murió el 26 de
julio (tres días antes de la muerte de Van Gogh). El primer amigo, que
seguramente no lo sabía, no avisó a nadie más para que hiciese esa tarea.
Yo tenía claro era que esa
maravillosa obra merecía estar expuesta en un museo, observada por las miles de
miradas curiosas que visitarían ese museo ante la noticia de semejante
descubrimiento.
Ya era hora de cenar y bajé
corriendo junto mis abuelos a enseñarles las cartas y el cuadro. Ellos quedaron
tan impresionados como yo. ¡Menuda suerte que ellos hubieran comprado esta
casa!
El lunes por la mañana vinieron a
buscarme mis padres. Era festivo, así que no tenía colegio. Cuando les contamos
y enseñamos todo se quedaron sin habla. Poco después, nos presentamos en un
museo donde había expuestos muchos otros cuadros de este pintor. El dueño del
museo no se podía creer como habíamos encontrado semejante obra de arte después
de que pasaran años y años sin siquiera saberse de su existencia.
El día de la inauguración me
hicieron un montón de preguntas y hasta el día de hoy sigo sin saber cómo lo
sabía el señor Méndez.
Sofía Rodríguez Doval, 2º ESO C
domingo, 10 de xaneiro de 2016
PREMIO AO MELLOR LECTOR OU LECTORA
- O alumnado que queira optar a este premio debe cubrir unha ficha de cada libro que lea.
- As fichas estarán a vosa disposición na Biblioteca.
- Terase en conta para decidir o gañador ou gañadora, non só o número de libros lidos, senón tamén o resumo do argumento e a opinión persoal.
- O premio, un libro electrónico, será entregado no festival de fin de curso.
EQUIPO DE DINAMIZACIÓN DA BIBLIOTECA DO IES CASTRO ALOBRE
CURSO 2015-2016
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