xoves, 21 de xaneiro de 2016

SENSIBILIZACIÓN SOCIAL NA CARREIRA DOS "OSCAR": LA CHICA DANESA


A través da magnífica interpretación de Eddie Redmayne e Alicia Vikander, La chica danesa (título en español da orixinal The Danish Girl) introduce ao espectador na temática da transexualidade e da súa aceptación durante o primeiro terzo do século XX.


O enfoque permite sentir a angustia da xove transexual por non ser quen de reprimir o que sente e o que a identifica, pero tamén reflicte con elegancia e sutileza os sentimentos que experimenta a súa parella, mesturando frustración, lástima, aceptación, protección e tenrura.

A historia está baseada en feitos reais, en concreto, na biografía de Lili Elbe, a primeira transexual sometida a unha cirurxía de cambio de sexo, con todos os riscos que conlevaba na época. A súa vida recóllese nunha transgresora novela de 1933, Man into Woman, publicada por un amigo da propia Lili, e baseada nos diarios desta. Este argumento foi o xérmolo dunha novela do ano 2000, co nome da adaptación cinematográfica que nos ocupa e sobre a que se apoiou o director Tom Hooper.

Se á profundidade do tema lle engadimos a actuación dos protagonistas, a coidada escenografía, a envolvente música e a tenrura coa que o director nos amosa o mundo interior desta parella, o resultado é unha conmovedora e moi recomendable película que, ademáis, invita á reflexión e á conciencia social.

Mariola Rodríguez González. 



  

mércores, 13 de xaneiro de 2016

"LA HISTORIA DE UN CUADRO", POR SOFÍA RODRÍGUEZ DOVAL

     La primera noche no dormí bien. Aún no estaba acostumbrada a ese viejo colchón, que se   hundía con el peso de una pluma, ni tampoco a los cojines, que los colocara como los colocara, nunca me resultaban cómodos. Me senté en la cama, me calcé mis zapatillas y me dirigí al baño que estaba a la izquierda de la cama. El suelo de madera, ya gastado por el tiempo, crujía bajo mis pies a cada paso que daba.
     Cuando me acabé de vestir, mi abuela dijo desde la cocina:
     - ¡A desayunar!
    Cogí mi chaqueta, que estaba colgada detrás del cabecero de la cama. Bajé por las escaleras de caracol y entré corriendo en la cocina. Resbalé y casi me caigo porque mi abuela acababa de fregar el suelo. Desayuné leche con tostadas junto a mis abuelos y luego subí a la habitación a estudiar.
Mis padres me habían dejado con ellos durante todo el fin de semana.
     Libré la mesilla del dormitorio y cogí una silla. Era de madera con el asiento de mimbre, y he de decir que también era bastante incómoda. Tardé bastante tiempo en concentrarme en mis estudios. La mirada se me iba a cada detalle de aquella curiosa habitación. Desde la ventana con el marco verde gastado hasta los numerosos cuadros colgados de las paredes del cuarto. Uno de los cuadros que más me llamaba la atención era una copia de un autorretrato de Vincent Van Gogh. Era increíble como conseguía formar un cuadro con aquellos numerosos trazados con el pincel.
     Cuando terminé los deberes bajé a pasear por el pueblo. No tenía ningún amigo por allí porque yo vivía bastante lejos. Por el camino de vuelta a la casa me encontré con el señor Méndez; un viejo amigo de mis abuelos. Me dio una caja con tomates y me dijo que se los diera a mi abuela al llegar a casa. Antes de despedirnos me dijo:
     - ¿Y qué tal te va en la casa de tus abuelos?
     - Ah, muy bien. Aún llegué ayer.- le respondí.
     - ¿Es la primera vez que vienes?
     -  Sí. Mis padres me van a venir a recoger el lunes.
     - ¿Y qué habitación te tocó?
    - La del fondo del pasillo de la segunda planta. La que tiene la copia de un autorretrato de Van Gogh
     - Sí, ya sé cuál es. ¿Te puedo dar un consejo?
     - Claro.
     - Ten mucho cuidado con ese cuadro.
     Dicho esto, nos despedimos y yo continué mi camino de vuelta. ¿Qué habría querido decir con que tuviera mucho cuidado con ese cuadro? Ni siquiera era de verdad, ¿no?
     Antes de subir a mi habitación le di la caja a mi abuela. Al llegar arriba decidí ponerme a estudiar, que ya era sábado y el martes tenía examen de dos temas de Lengua. ¡Era imposible concentrarse!       Cada vez que intentaba leer algo, la vista se me iba enseguida a ese cuadro del que me había hablado el señor Méndez. ¿Por qué habría dicho que tuviera cuidado con él?
     Por la noche no daba pegado ojo, otra vez. Pero esta vez era diferente porque no sólo era por el colchón y los cojines, a los que todavía no me había acostumbrado, lo que también me mantenía despierta era mi curiosidad sobre aquel cuadro que estaba colgado justo encima de mi cabeza. ¿Cómo resistirse a la tentación de comprobar lo que lo hacía tan especial?
     Como ya sabía que no iba a conseguir dormir con todas esas preguntas dando vueltas en mi cabeza, decidí coger una linterna y comprobarlo yo misma. Me puse de pie encima de la cama intentando hacer el mínimo ruido posible para no despertar a mis abuelos, cosa que era muy difícil porque el colchón no paraba de crujir. Con todo el cuidado del mundo descolgué aquel precioso cuadro y lo coloqué encima de la cama. Y para mi sorpresa pude comprobar que en la pared donde estaba antes colocado el cuadro había una especie de cajón con un pomo tallado. Abrí el cajón y saqué de su interior un sobre bastante gordo donde leí el nombre de Vincent Van Gogh.
La habitación de Vincent Van Gogh
     De repente escuché a mi abuela que estaba subiendo las escaleras, y no me extrañé; porque había hecho mucho ruido encima del colchón. Guardé rápidamente el sobre en el cajón de la mesilla, coloqué el cuadro lo mejor que pude (aunque creo que me quedó un poco torcido) y me hice la dormida. Mi abuela entró en mi habitación pero, al ver que yo estaba “dormida”, salió tan rápido como entró.
     En la mañana del domingo, nada más acabar de desayunar, subí a mi cuarto con la excusa de estudiar, cuando mi verdadero objetivo era examinar aquel sobre que había encontrado por la noche. Cuando lo cogí del cajón pude comprobar que la noche anterior no había entendido mal lo que ponía en el sobre; ponía Vincent Van Gogh escrito con tinta y pluma. Sin poder aguantar más mi enorme curiosidad, abrí el sobre intentando no romperlo, ya que al ser el papel tan viejo me daba miedo de que se deshiciera en mis manos.
     Del interior del paquete saqué una carta y otro paquete. En la carta ponía que iba dirigida a Theo. Leí la carta por encima, ya que tenía muchas ganas de abrir aquel paquete; ya la leería bien, más adelante. Aún leyéndola rápido, pude enterarme de que Theo era su hermano y de que Van Gogh le estaba hablando sobre un cuadro al que él mismo le llamaba “su último cuadro”. En la carta, que por cierto era bastante extensa, le describía a su hermano cada mínimo detalle de ese cuadro y le explicaba el significado de los colores que utilizaba y muchas otras cosas. Al final de la carta ponía algo que me paralizó:
     - Así que, ya que éste es mi último cuadro; quiero que te lo quedes tú- ponía.
     ¡No me lo podía creer! ¿Sería verdad que el último cuadro de este famoso pintor estuviera en aquel sobre?
     Sin poder esperar más, abrí el sobre donde encontré otra carta más y… ¡el cuadro! Era tal y como lo había descrito el pintor. Era un paisaje otoñal con sus típicos tonos naranjas, amarillos, marrones… Todo con las típicas pinceladas que caracterizaban a Van Gogh. Era precioso.
     ¡No me podía creer que tuviera en mis manos una auténtica obra suya!
     Cuando me recuperé un poco de la sorpresa, decidí leer la carta que acompañaba al cuadro. En ella hablaba de que le estaba escribiendo desde su casa y que, seguramente, fuera la última vez que le escribiera. Decía que ese cuadro era lo que veía desde su habitación y, que a pesar de estar en primavera, había decidido pintarlo como si estuviera en pleno otoño. En la carta también decía que había mandado a un amigo suyo que sellara el sobre y que lo guardara en un cajón secreto  con el pomo de madera tallada en su antigua casa (ya que cuando Vincent escribió la carta, su amigo ya estaba viviendo en Alemania) y le entregaría las llaves a otro amigo. El día de la muerte del pintor, este último amigo tendría que recoger el paquete y se lo enviaría a Theo.
     Este proceso me pareció bastante complicado, pero efectivo. Lo que no entendía aún era porqué 125 años después de la muerte del pintor, el sobre seguía allí. Enseguida cogí el portátil y escribí el nombre del encargado de recoger el sobre en internet. Parece ser que era un buen amigo del pintor. Seguí investigando y de repente conseguí encajar las piezas en mi cerebro:
     El primer amigo, que era el que tenía que meter el sobre en el cajón y darle las llaves al segundo amigo, cumplió perfectamente su tarea. Él, al vivir en Alemania, seguramente perdió el contacto con Vincent y con el segundo amigo. Vincent escribió la carta del sobre el 19 de julio, diez días antes de su muerte (que aún hoy no se sabe si fue un suicidio o un asesinato accidental). Al morir el pintor, el segundo amigo no pudo ir a recoger la carta porque, según internet, éste murió el 26 de julio (tres días antes de la muerte de Van Gogh). El primer amigo, que seguramente no lo sabía, no avisó a nadie más para que hiciese esa tarea.
     Yo tenía claro era que esa maravillosa obra merecía estar expuesta en un museo, observada por las miles de miradas curiosas que visitarían ese museo ante la noticia de semejante descubrimiento.
Ya era hora de cenar y bajé corriendo junto mis abuelos a enseñarles las cartas y el cuadro. Ellos quedaron tan impresionados como yo. ¡Menuda suerte que ellos hubieran comprado esta casa!
     El lunes por la mañana vinieron a buscarme mis padres. Era festivo, así que no tenía colegio. Cuando les contamos y enseñamos todo se quedaron sin habla. Poco después, nos presentamos en un museo donde había expuestos muchos otros cuadros de este pintor. El dueño del museo no se podía creer como habíamos encontrado semejante obra de arte después de que pasaran años y años sin siquiera saberse de su existencia.

     El día de la inauguración me hicieron un montón de preguntas y hasta el día de hoy sigo sin saber cómo lo sabía el señor Méndez.

Sofía Rodríguez Doval, 2º ESO C

domingo, 10 de xaneiro de 2016

PREMIO AO MELLOR LECTOR OU LECTORA

  • O alumnado que queira optar a este premio debe cubrir unha ficha de cada libro que lea.
  • As fichas estarán a vosa disposición na Biblioteca.
  • Terase en conta para decidir o gañador ou gañadora, non só o número de libros lidos, senón tamén o resumo do argumento e a opinión persoal.
  • O premio, un libro electrónico, será entregado no festival de fin de curso.
EQUIPO DE DINAMIZACIÓN DA BIBLIOTECA DO IES CASTRO ALOBRE
CURSO 2015-2016